No cabe duda que resulta complicado definir un espacio temporal concreto de actuación a la hora de cuantificar las víctimas producidas a raíz del conflicto político que vive Euskal Herria.
Desde Egiari Zor tratamos de ser lo más precisos posibles a la hora de diagnosticar el origen y resultados de las expresiones violentas sufridas. Y remontándonos a los orígenes violentos de nuestro conflicto político, hallamos un hito que marca a hierro nuestra memoria y que es punto de partida del continuum violento que ha vivido nuestro pueblo hasta los días presentes: el Golpe de Estado perpetrado por el bando sublevado en julio de 1936. Por eso, consideramos que, a la hora de cuantificar las diferentes víctimas debidas al conflicto político, el punto de partida referencial, indudablemente, debe ser esta fecha.
Además, pensamos que no se debe poner como límite a dicha cuantificación el año 2010 y que ésta debe llegar hasta los días presentes, por entender que el conflicto político aún perdura. Tras el cese definitivo de la actividad armada de ETA en 2011, se han continuado dado casos de violencia policial, persecución ideológica, detenciones políticas, ilegalizaciones de medios de comunicación, de movilizaciones, etc., que no pueden ser excluidos del contexto de motivación política en el “caso vasco”.
Ejemplo de ello es la muerte debida a un pelotazo disparado por la Ertzaintza de Iñigo Cabacas, en 2012, la persistencia de la dispersión de los presas y presos vascos o el encarcelamiento, en 2016, de los siete jóvenes de Altsasu acusados de golpear a dos de guardias civiles de paisano en un bar. El conflicto político aún perdura y perduran las vulneraciones, pese a que ETA ya no mate.
De lo que no cabe ninguna duda es que, previo al nacimiento y actividad armada de ETA, así como de modo coetáneo a ésta, existía ya una violencia directa, estructural y cultural ejercida por el régimen dictatorial franquista, y, según el punto de vista de Egiari Zor dicha violencia persiste, aunque en menor grado, más allá de la definitiva desaparición de ETA, en 2018. Con la gravedad que supone, además, que quien está llamado a ser el garante de los derechos humanos de los ciudadanos sea el azote de los mismos.
Dado que las asociaciones de Memoria Histórica realizan una encomiable labor en cuanto al periodo posterior al Golpe de Estado de 1936, incluidas las primeras décadas del franquismo, en Egiari Zor nos hemos centrado en la cuantificación de las víctimas provocadas por los estados español y francés desde 1960, poniendo especial énfasis en cuán pequeño es el porcentaje de víctimas reconocidas por las autoridades españolas y francesas. Unas cifras y porcentajes que se pueden visualizar en los tres apartados referidos, respectivamente, a muertos, torturados y heridos.
Han sido muy plurales y diversas las formas de violencia de las que se han valido los Estados durante largos años en el contexto del conflicto político de Euskal Herria. Son, por lo tanto, igual de plurales y diversas las víctimas que estas violencias han generado.
Tratar de enumerar cada una de ellas es una tarea de enormes dificultades, pero lo que sí cabe remarcar, de modo destacado, es que cada una de ellas puede (y debe) aportar un matiz diferente sobre la violencia vivida.
En todo caso, observar el número de personas muertas, heridas y torturadas, desde 1960, debido a la violencia ejercida por los Estados español y francés, y constatar que la gran mayoría de ellas no son reconocidas como víctimas por dichos Estados, puede ofrecernos una fotografía lo suficientemente aproximada de la realidad que vive Euskal Herria.