“Estamos esperando a que prediquéis con el ejemplo, a que seáis capaces de dar los pasos que exigís a otros y a que asumáis las responsabilidades políticas del terrorismo de Estado”

Hemos recordado a las cientos de personas asesinadas por la violencia que el Estado ha ejercido contra Euskal Herria en las ofrendas florales celebradas en Ametzola y Errekalde, en el aniversario de los asesinatos de Santi Brouard y Josu Muguruza.

Ane Muguruza ha tomado la palabra en el acto de Errekalde en nombre de la Fundación Egiari Zor:

Un 20 de noviembre como hoy, en el año 1984, el terrorismo de Estado se llevó a Santi. Cinco años más tarde, en 1989, otra bala de la misma procedencia mató a Josu. Desgraciadamente, Santi y Josu no fueron los primeros ni los últimos asesinados por la violencia que el Estado español ha ejercido contra este pueblo. El terrorismo de Estado no han sido sólo los GAL.

Por eso hoy queremos dedicar este homenaje a todas esas víctimas de la violencia del Estado, a todas esas personas que siguen luchando por sacar la verdad de la sombra a la luz, a las que no tienen ni un pequeño espacio en los medios, a las que no se menciona en las efemérides, a las que tienen un nombre incómodo o una historia que está prohibido contar.

Hoy presenciamos atónitas las acometidas de un revisionismo histórico que sonroja por cercanía temporal. Nos abruman con una cantinela repetitiva de conceptos interesados en torno a términos concretos sobre los que ir acomodando un relato de parte, el oficial, el único. Frente a ese propósito, las víctimas y afectados por la violencia y el terrorismo de Estado y todas aquellas que ponemos en duda el carácter democrático del Estado español, somos un obstáculo cada vez más evidente. Y lo somos porque no tragamos con ruedas de molino, porque somos la razón más palpable de un relato falso que una vez más, como ya hiciesen en tiempos pretéritos, pretenden imponer para legitimar en esencia los fundamentos del propio estado: violencia e impunidad.

Memoriales excluyentes, discursos e iniciativas institucionales que nos dejan fuera, supuestos planes de convivencia que expresan posiciones partidistas e ideológicas... Vivimos un día sí y otro también actos de exaltación permanente de la violencia y el terrorismo de estado, de alabanza por el deber cumplido de aquellos que en nombre de la supuesta democracia trasgredieron la misma para matar, torturar y vulnerar derechos humanos.

Pero a la hora de la verdad, cuando toca ir a lo concreto, a la realidad de los hechos vemos como se parapetan al cobijo de párvulos argumentos para no ventilar las apestosas cloacas sobre las que se erige este Estado democrático y de derecho.

Es compresible que un régimen militar fascista actúe en contra de los parámetros democráticos, pero que en el S.XXI, en la bautizada "democracia consolidada" la derogación de la Ley preconstitucional de secretos oficiales no sea ya una realidad, dice y dice mucho sobre esa supuesta consolidación.

La transición, la guerra sucia, el 23F, el plan ZEN, el Informe Navajas, los GAL, la muerte de Etxebarrieta, de Iharra, la matanza del 3 de marzo, Germán Rodríguez, Jose Miguel Etxeberria, los 4 de Pasaia, el caso Almería, Muruetagoiena, Urigoitia, Zabalza… ¿A qué tienen miedo, a la verdad? ¿A poner luz sobre crímenes no resueltos?

Abrir el estercolero es cuestión de saneamiento democrático, para lo que hace falta voluntad, igual que para asumir las responsabilidades políticas de todas las violaciones de derechos humanos cometidas al amparo de una supuesta estrategia de lucha contra ETA que se diseñó para, ir más allá y combatir un proyecto político legítimo y a todo el que lo compartía. Proyecto de Santi, de Josu, de Eugenio Aranburu, de Mikel Arregi, de Tomás Alba y de tantas y tantos que ya no están, que sufrieron la represión por sus convicciones políticas. Las mismas que hoy nos reúnen aquí.

Y encima tenemos que soportar que algunos se erijan ante nosotras como abanderados éticos, es el colmo! Lecciones éticas? con este panorama... pocas no, ninguna.

Recientemente hemos escuchado a Ramón Jauregi que el Estado no tiene que asumir su responsabilidad por los GAL. Podríamos recordar que el PSOE acababa de llegar a la Moncloa cuando puso en marcha el Plan ZEN, ese que echó a andar en paralelo a los GAL. "Basta que la información sea creíble para explotarla", decía. Así, las versiones oficiales a partir de ese momento constituyeron la única fuente que los medios de información mostraban a la opinión pública.

Ese Plan, posibilitó la detención arbitraria de miles de ciudadanas y fue el precursor de la posterior doctrina del "Todo es ETA ". Habilitó la tortura como herramienta policial en democracia y fijó la necesidad de impedir procesos judiciales por su aplicación.

Algo que a tenor del “Informe sobre la tortura en Euskadi” del Gobierno Vasco ha llegado hasta el presente salpicando también a la Ertzaintza. Y aunque el Lehendakari diga sentirse orgulloso de que no haya una sola sentencia de torturas contra ese cuerpo, a nosotras nos duele la impunidad de esos más de 300 casos de tortura sobre los que nadie dice nada.

Dos años después de que el PSOE llegase al Gobierno fue asesinado Santi; 5 años más tarde lo fue Josu. Pero no fueron los únicos, hubo muchos más, asesinados por los GAL, en controles policiales, bajo el subterfugio de enfrentamiento con las Fuerzas de Seguridad del Estado, por aplicación de la tortura, de la política penitenciaria de excepción, la deportación....No, terrorismo de Estado no son sólo los GAL.

La responsabilidad de toda esta estrategia violenta no se limita a quienes la pusieron en marcha, porque para ello era imprescindible el apoyo de la mayoría política. Esa que hoy se presenta como la élite de la ética, de la moral y lo políticamente aceptable.

Lo dijimos hace a penas 3 semanas en una rueda de prensa ofrecida en Donostia: estamos esperando a que prediquéis con el ejemplo, a que seáis capaces de dar los pasos que exigís a otros. Esperamos que tengáis la coherencia suficiente para destapar esos inconfesables secretos oficiales. Que tengáis valentía para reconocer de una vez por todas el daño causado a miles de personas en este pueblo, y la decencia para asumir las responsabilidades políticas de la tragedia generada por el terrorismo de Estado. Porque no, terrorismo de Estado no son sólo los GAL.

Sólo así podremos situar la convivencia en parámetros mínimamente democráticos sobre los que abordar un proceso de solución definitiva para el conflicto político y sus consecuencias.

Mientras tanto, continuamos con la labor en la que estamos inmersas los últimos años, la construcción de la convivencia democrática, para lo cual es imprescindible superar las consecuencias del conflicto y resolver las causas que lo originaron. Un año más, queremos expresar nuestro compromiso absoluto de seguir en este camino, al igual que lo hicieron Santi y Josu.

Gora Santi!

Gora Josu!