El 18 de diciembre finalmente se presentó el informe final del proyecto de investigación sobre la tortura en el País Vasco entre 1960-2014, realizado por el IVAC-KREI (Instituto de Criminología) y la UPV-EHU a petición de la Secretaría General de Derechos Humanos del Gobierno Vasco. La dirección de la investigación ha corrido a cargo de Francisco Etxeberria, Carlos Martín Beristáin y Laura Pego.
Desde la Fundación Egiari Zor agradecemos a todas las personas que de una manera u otra han colaborado en la elaboración de este trabajo y agradecemos especialmente al equipo director del mismo la ardua tarea llevada a cabo durante los últimos años. La profesionalidad, rigor y solidez de su contenido y la objetividad del mismo son verdaderamente admirables al tratarse de un tema tan delicado como es este. Gracias a ello, este trabajo será de aquí en adelante, con toda su crudeza, una parte imprescindible en el proceso de completar el mapa de lo ocurrido durante las últimas décadas en nuestro pueblo.
El informe viene a corroborar científicamente una verdad a gritos, hasta ahora mutilada: la tortura ha sido utilizada de manera sistemática y con total impunidad en contra de la ciudadanía de Euskal Herria. 4.113 los casos de torturas a, por lo menos, 3.415 personas. Y además, la expresa aclaración de que la realidad es mucho más amplia de lo que en el informe se evidencia, que existe constancia de cientos de más casos que no han podido ser incorporados. Que el trabajo no está concluido.
La radiografía que evidencia es aterradora, dantesca. Se trata del testimonio de un crimen, impune y sistemático perpetrado durante al menos durante cinco décadas en las comisarías de Policía, Guardia Civil y, al menos desde la década de los 90, también en las de la Ertzaintza. Se evidencia como todos los que pudieron acabar con esta lacra, miraron hacia otro lado: jueces, forenses, políticos, medios de comunicación. Esta barbarie ha sido negada reiteradamente, y se ha permitido que esta aberración contraria a los DDHH y a la dignidad humana haya continuado viva, activa y haya sido el arma criminal contra un sector de la sociedad al que ha pretendido aniquilar.
Finalmente, mediante esta nota, también queremos señalar que tenemos entre nuestra manos una valiosa herramienta de trabajo. Aún queda todo por hacer en lo que a estas vulneraciones de los derechos más básicos de la ciudadanía respecta: conseguir la anulación de una vez por todas la incomunicación de las personas detenidas; destruir los espacios opacos de las comisarias; terminar con la connivencia y el corporativismo del que han disfrutado durante los últimos largos años los victimarios; abordar desde una perspectiva de género la incidencia de la tortura en las mujeres; analizar las consecuencias psico-sociales de tal tragedia; reparar en el trauma transgeneracional de la tortura; etc.
Pero sobre todo, reconocer de una vez por todas a todas aquellas personas que han sido víctimas de esta aberración. Personas victimizadas reiterativamente, llamadas mentirosas una y otra vez. Miles de ciudadanas y ciudadanos a los que hay que dotar de todos sus derechos. Verdad, justicia y reparación para todos ellos.