Lo que se podía evitar ha vuelto a ocurrir. de nuevo la política penitenciaria inhumana que se aplica de manera sistemática al colectivo de presas y presos vascos se ha cobrado una nueva vida. Esta vez la del vecino de Bilbo Igor González Sola.
Antes de nada, quisieramos trasladar nuestro más sentido pésame a la familia y personas allegadas.
La construcción de la convivencia democrática en la cual se encuentra inmersa la sociedad vasca exige el abandono definitivo de la política penitenciaria de excepción. Exige el cumplimiento de la legalidad vigente, que los presos enfermos sean excarcelados de una vez y se garantice su derecho a la vida.
Exige que se elimine el alejamiento y aislamiento y que se salvaguarden y garanticen los derechos humanos de todas las personas, también los de aquellas que se encuentran bajo custodia estatal. La política penitenciaria sigue matando.
En las últimas 6 décadas, 36 presos políticos vascos y 16 familiares han perdido la vida en diferentes circunstancias, como consecuencia de las medidas de excepción que se aplican sistemáticamente a este grupo de personas. En concreto, son 20 las personas que han fallecido el interior de sus celdas.
Cada vida segada es irreparable y genera una terrible tragedia y un inmenso sufrimiento.
Exigimos que se detengan ya de una vez por todas las expresiones violentas que aún a día de hoy se mantienen vigentes, como la política penitenciaria de excepción, que sigue generando consecuencias trágicas e irreparables.
La política penitenciaria es consecuencia de decisiones políticas concretas; el diseño, la aplicación y perpetuación responden a una estrategia violenta de la que se desprenden responsabilidades.
Para avanzar en las superación de las consecuencias generadas por largas décadas de violencia, es imprescindible que dejen de producirse muertes, que deje de generarse nuevo dolor y sufrimiento.