Victor Fernández Ochoa sufrió un atentado del Batallón Vasco Español el año 1981. Quedó tretaplégico y murió 14 años más tarde, tras mucho sufrimiento. Hemos organizado en Lezo un acto en recuerdo de Victor y las víctimas de la gerra sucia en el 40 aniversario del ataque. Mikel Pascual Maiza ha intervenido en nombre de Egiari Zor Fundazioa.
Intervención en el acto organizado en el barrio de Altamira de Lezo:
El lezotarra Víctor Fernández Otxoa sufrió un atentado del Batallón Vasco Español el 21 de febrero de 1981 mientras trabajaba en su bar de Hernani. Un hombre le disparó en la espalda y le dejó tetrapléjico. Murió 14 años después, tras un duro sufrimiento. En esos últimos largos años vivió en este barrio a donde hoy hemos venido a recordarle, en Altamira.
La zona de Hernani, Andoain y Astigarraga fue apodada "triángulo de la muerte" a principios de la década de los 80 por haber sido escenario de numerosos ataques de terrorismo de Estado.
Han pasado más de cuatro décadas desde entonces, desde que el Estado puso en marcha la guerra sucia. En los años 70 y 80 los aparatos estatales se valieron de la guerra sucia para combatir a refugiados vascos, a militantes de izquierda y a abertzales. Esta guerra sucia fue puesta en marcha por las estructuras del Gobierno de Franco, la SECED y los servicios de información militares, pero tuvo continuidad en la época de UCD y del Gobierno del PSOE, precisamente en la llamada "transición Democrática".
Pero la responsabilidad política de ese terrorismo todavía nadie la ha asumido. Las siglas han sido múltiples: Batallón Vasco-Español, GAE, Triple a, GAL... Pero el origen ha sido siempre el mismo origen: el Estado. No hay víctimas sin victimarios. Quienes practicaron y permitieron el terrorismo de Estado tienen nombres y apellidos. Tienen responsabilidades.
El terrorismo de Estado ha matado a 79 personas, aunque no todos los asesinatos han sido reconocidos. Han pasado más de 40 años desde entonces. También causó varios heridos graves, como Víctor. Pero, lamentablemente, las víctimas que han recibido algún reconocimiento han sido muy pocas.
Todavía hay víctimas de primera y de segunda. Según el origen de la violencia sufrida, les corresponden más o menos derechos, aunque en todos los casos sea la misma la vulneración de derechos humanos sufrida.
La impunidad es máxima. Muy pocos responsables fueron los condenados. Además, estos fueron indultados inmediatamente por el Gobierno español y fueron puestos en libertad.
Desde la Fundación Egiari zor creemos que ha llegado el momento de construir una convivencia democrática tras 4 décadas de impunidad. Para que esto no vuelva a ocurrir. Para que todas las víctimas sean dueñas de los derechos que les corresponden. Sin discriminación.
Por eso es imprescindible, tal y como lo estamos haciendo hoy, que todo lo ocurrido en este país, toda violencia y vulneración de derechos humanos, forme parte de la memoria, porque conocer lo ocurrido es el medio más efectivo para garantizar que no vuelva a repetirse. Que se convierta, pues, en esta placa que vamos a colocar hoy, clave en la dirección de construir toda la memoria.