Ya disponibles los vídeos-resumen de la mesa redonda “Mujer y tortura. Las heridas que no se ven”

El Instituto Vasco de Criminología, la UPV y el Gobierno Vasco publicaron recientemente el informe sobre la tortura en el País Vasco. La radiografía que se deduce del mismo es aterradora: el trabajo demuestra científicamente que, al menos 3.415 personas han sido torturadas en 4.113 ocasiones. Es el vivo retrato de un crimen impune y sistemático, la muestra de una estrategia calculada de antemano que tiene como objetivo golpear a un colectivo atacando y poniendo en el punto de mira a las personas.

En ese contexto, desde la Fundación Egiari Zor decidimos organizar el pasado 7 de junio en el salón de actos de Koldo Mitxelena en Donostia-San Sebastián, una mesa redonda con la participación de Idoia Zabalza, Urtza Alkorta, Elena Beloki y Amaia Andriei, moderada por la periodista Samara Velte, con el objetivo de reflexionar sobre cómo avanzar hacia el pleno reconocimiento y reparación de todas aquellas personas que han sufrido la tortura.

En la jornada surgieron debates verdaderamente interesantes. En lo referente a cómo hacer frente a las consecuencias de la tortura, por ejemplo, las cuatro ponentes estuvieron de acuerdo en señalar lo imprescindible que es el contar el drama vivido, compartirlo. Aún y todo, señalaron que el elemento de mayor importancia en ese sentido son las garantías, las medidas efectivas que garanticen que nada parecido volverá a suceder.

Además, en la conferencia se señaló que es imprescindible oficializar de una vez por todas el reconocimiento a las víctimas de la tortura. Pese a que el informe del Gobierno Vasco ha supuesto un gran avance, queda todavía un largo camino que recorrer. Así mismo, las ponentes subrayaron la idea de que ese reconocimiento no depende tan solo de las instituciones, sino de la sociedad vasca en su conjunto. Añadieron que las mejores herramientas en esa senda son la palabra y la memoria, para recordad todo lo ocurrido, aunque la impunidad, hasta ahora, haya sido manifiesta y generalizada; y que, todo ello, es responsabilidad de todas las personas que componemos la sociedad vasca.

Por último, repararon en la tortura desde una perspectiva de género. Defendieron que la tortura es llevar a la práctica de la manera más violenta la relación de poder sexista. Además, señalaron que, siendo las comisarías el ejemplo más paradigmático de la sociedad machista patriarcal, son las mujeres las que sufren la tortura de la forma más violenta, ya que son oprimidas como personas, como militantes y como mujeres. Es por ello que es de vital importancia reconocer y reparar los casos de tortura sufridos por las mujeres.


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